viernes, 18 de abril de 2014

De Adán, la muerte; de Cristo, la vida.


        En la prédica de hoy, el pastor nos estuvo hablando de dos personajes de la biblia quienes tuvieron algo muy en común. Ambos se dieron enteramente y obsequiaron su vida, pero con distintos propósitos. Supongo que ya saben por lo menos quién fue uno de esos dos hombres: Adán y Jesucristo. 

        En Génesis 3:17 dice: "Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡Maldita será la tierra por tu culpa! ..."

        Por medio de Adán, el primer hombre creado por Dios, el pecado entró al mundo y por consiguiente, la muerte. Por culpa de aquel hombre, quién aun sabiendo que Dios le había dicho que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:16-17), desobedeció y entregó no solo su vida y su voluntad, sino la nuestra también, pues todos somos descendientes de él. 

Así se señala en Romanos 5:12: "Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron".

        Sin embargo, hubo otro hombre que hizo lo mismo ¡Sí! Él se dio y entregó su vida, su cuerpo y su sangre. No obstante, este sacrificio fue con un fin distinto. La inmolación que Jesús hizo por nosotros en la cruz fue para contrarrestar las consecuencias de la entrega del hombre al pecado. Por eso, aun cuando estábamos muertos en pecado, nuestro señor Jesucristo no se cohibió de ofrendar su sangre para pagar el precio por ti y por mí. Y aunque él fue Dios hecho carne, sufrió esas heridas y le dolió, y lo hizo con amor infinito.


Por esta razón, quisiera dejarles el siguiente pasaje para que reflexionen acerca de ese gran sacrificio colmado de majestuosidad:
 
"Por tanto, así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos" Romanos 5:18
¡Jesús fue quien hizo ese acto de justicia y por su gracia somos salvos!
¡Dios te bendiga mucho! 


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